preocupacion en peninsula valdes
La proporción de ballenas heridas por el ataque de gaviotas en Península Valdés pasó del 1% en 1974 al 76% de la población en 2008. La principal causa es la gran cantidad de esas aves en la zona, que se multiplicaron en los 90 por el alimento que encontraban en basurales al aire libre y los desechos pesqueros. Los expertos temen que por el hostigamiento los cetáceos migren a las costas uruguayas, lo que afectaría el ecosistema pero, también, la economía de la región.
Mochita pasea graciosa junto a su cría por las aguas de Península Valdés, en Chubut. Hasta esa área protegida llegó esta ballena de 40 mil kilos a fines de mayo para dar a luz. De repente, las gaviotas cocineras se acercan desde la costa y rápidamente se lanzan sobre su lomo y el de su ballenato, con el fin de alimentarse de su grasa y piel. La respuesta no se hace esperar: ante el dolor, los cetáceos se sumergen e inician la huida. La escena se reproduce, entre julio y diciembre, cada vez con mayor frecuencia.
De acuerdo al Centro Nacional Patagónico (Cenpat), en los últimos diez años se triplicó la proporción de ballena con lesiones en la piel. Por el hostigamiento de las gaviotas, especialistas advirtieron a PERFIL que estos mamíferos podrían migrar hacia las costas uruguayas, lo que tendría un enorme impacto en la economía de la región (ver recuadro). De hecho, la Organización para la Conservación de los Cetáceos (OCC) de Uruguay alertó sobre la gran cantidad de ballenas que llegan a las playas de Punta del Este y La Paloma desde Península Valdés “con enormes heridas en el dorso”.
El aumento de los ataques se atribuye principalmente al incremento de las poblaciones de gaviotas. “Durante los 90 se duplicaron merced a la mayor disponibilidad de las fuentes de alimento provenientes de basurales a cielo abierto y descartes pesqueros que se acumulaban en la tierra y el mar”, explicó Marcelo Bertelotti, investigador del Cenpat-Conicet.
El tema preocupa a las autoridades de la Dirección de Fauna y Flora Silvestre de Chubut, quienes esta semana se reunieron con organizaciones ecologistas para consensuar una solución. Los métodos propuestos para poner fin al fenómeno pasan desde asustar a las gaviotas a través de sonidos hasta realizar un control de la población (ver recuadro).
Problema. En la actualidad, en la región viven unas12 mil parejas de gaviotas. “La población se estabilizó en los últimos años gracias al manejo de los residuos pesqueros, pero creció el fenómeno de atacar a las ballenas. Creemos que es porque este comportamiento se propagó entre estas aves”, sostuvo Bertelotti. Las gaviotas suelen alimentarse de la piel que se desprende de las ballenas. Pero el fenómeno de picotear el lomo de estos animales es único en el mundo. Se registró por primera vez en 1972 en aguas de la Península Valdés y, desde ese momento, los animales heridos fueron aumentando.
Según un estudio del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), que se presentó en junio durante la última reunión de la Comisión Ballenera Internacional, la proporción de ballenas con heridas producidas por las gaviotas aumentó a ritmo constante entre 1971 y 2008: del 1% en 1974 al 37,8% en 1990; el 67,6% en 2000 y el 76,8% en 2008. Junto a esto, también se registró un aumento de las enfermedades de la piel en los cetáceos, ya que las gaviotas son portadoras de una gran cantidad de patógenos virales.
Dudas. “Las ballenas pasan un 30% del día intentando escapar de los picotazos de las gaviotas. El 80% de los ataques están dirigidos a las madres y sus crías. Esto podría comprometer el desarrollo de los ballenatos”, indicó Diego Taboada, director del ICB. Otra de las consecuencias es el cambio de la posición de descanso de estos mamíferos. Si antes parecían grandes submarinos en la superficie del mar, ahora la gran mayoría de los adultos se arquea y sumerge para evitar ser atacado por las aves.
Sin embargo, la gran preocupación de los expertos es la posibilidad de que estos cetáceos busquen lugares alternativos para reproducirse y migren hacia las playas de Uruguay. Para Bertelotti, “es muy probable que si las costas (de los golfos Nuevo y San José) son un área de hostigamiento, las ballenas se vayan a otro sitio para aparearse”. Y de hecho, ya se ven más en Uruguay. Con todo, Taboada aclaró que el hecho de que se observen más ballenas en otras áreas tiene que ver también con el gran crecimiento de la población de ballenas.
En la Argentina, la tasa anual se ubica en un 7%, con una población de 5.500 individuos. Para que este número continúe en ascenso, los expertos coinciden en la necesidad de tomar medidas en forma inmediata.
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